Comentario
La conversión
¡Oh, cuántas gracias deben dar estos hombres a nuestro buen Dios, que tuvo por bien alumbrarlos para salir de tanta ceguedad y pecados, y darles gracia para que conociendo y dejando su error y crueldades se volviesen cristianos! ¡Oh, cuánto deben a Hernán Cortés, que los conquistó! ¡Oh, qué gloria la de los españoles haber arrancado tamaños males e implantado la fe de Cristo! ¡Dichosos los conquistadores y dichosísimos los predicadores; aquéllos en allanar la tierra, éstos en cristianar a la gente! ¡Felicidad grandísima la de nuestros reyes, en cuyo nombre tanto bien se hizo! ¡Qué fama, qué alabanza será la de Cortés! Él quitó los ídolos, él predicó, él prohibió los sacrificios y tragazón de hombres. Quiero callar, no me achaquen de afición a lisonja. Empero si yo no fuera español, loara a los españoles, no cuanto ellos merecen, sino cuanto mi ruda lengua e ingenio supieran. Tanto en fin han convertido cuantos conquistado. Unos dicen que se han bautizado en la Nueva España seis millones de personas, otros ocho, y algunos diez. Mejor acertarían diciendo que no hay por cristianar persona alguna en cuatrocientas leguas de tierra, muy poblada de gente: loado nuestro Señor, en cuyo nombre se bautizan; así que son españoles dignísimos de alabar, o mejor dicho, alaben ellos a Jesucristo, que los puso en ello. Se comenzó la conversión con la conquista, pero se convertían pocos, por atender los nuestros a la guerra y al despojo, y porque había pocos clérigos. El año 24 se comenzó de veras con la ida de fray Martín de Valencia y sus compañeros; y el 27, que fueron allá fray Julián Garcés, dominico, por obispo de Tlaxcallan, y fray Juan Zumárraga, franciscano, por obispo de México, se llevó a hecho; pues hubo muchos frailes y clérigos. Fue trabajosa la conversión al principio, por no entender ni ser entendidos; y así, procuraron de enseñar en castellano a los más nobles muchachos de cada ciudad, y de aprender el mexicano para predicar. Se tuvo asimismo dificultad grandísima en quitar del todo los ídolos, porque muchos no los querían dejar habiéndolos tenido por dioses tanto tiempo, y diciendo que bien bastaba poner en ellos la cruz y a María, que así llamaban entonces a todos los santos y aun a Dios; y que también podían tener ellos muchos ídolos, como los cristianos muchas imágenes; por lo cual los escondían y soterraban, y para encubrirlos ponían una cruz encima, para que si los cogiesen orando pareciese que adoraban la cruz; mas como eran por esto aperreados y perseguidos, y porque habiéndoles roto los ídolos y destruido los templos les hacían ir a las iglesias, dejaron la idolatría. Los sostenía mucho el diablo en aquello, diciéndoles que si le dejaban no llovería, y que se levantasen contra los cristianos; que él les ayudaría a matarlos. Algunos hubo que siguieron su consejo, y escaparon mal. Dejar las muchas mujeres fue lo que más sintieron, diciendo que tendrían pocos hijos en sendas, y así habría menos gente, y que hacían injuria a las que tenían, pues se amaban mucho, y que no querían atarse con una para siempre si fuese fea o estéril, y que les mandaban lo que ellos no hacían, pues cada cristiano tenía cuantas quería, y que fuese lo de las mujeres como lo de los ídolos, que ya que les quitaban unas imágenes, les daban otras. Hablaban finalmente como carnalísimos hombres; y así, dispensó con ellos el papa Pablo en tercer grado para siempre. Fácilmente, a lo que se alcanza, dejaron la sodomía, aunque fue con grandes amenazas de castigo. Dejaron asimismo de comer hombres, aunque pudiendo no lo dejan, según dicen algunos; mas como anda sobre ellos la justicia con mucho rigor y cuidado, no cometen ya tales pecados, y Dios les alumbra y ayuda a vivir cristianamente. Hay en esta tierra que Hernán Cortés conquistó, ocho obispados. México fue obispado veinte años, y el año 47 lo hizo arzobispado el papa Pablo tercero; Cuahutemallan y Tlaxcallan tienen obispos. Huaxacac es obispado, y lo tuvo Juan López de Zárate; Michuacan, que posee el licenciado Vasco Quiroga; Jalisco, que tuvo Pero Gómez Malaber; Honduras, donde está el licenciado Pedraza; Chiapas, que resignó fray Bartolomé de las Casas con cierta pensión. Tienen los reyes de Castilla, por bula del Papa, el patronazgo de todos los obispados y beneficios de las Indias, que engrandece mucho el señorío; y así, los dan ellos y sus consejeros de Indias. Hay también muchos monasterios de frailes mendicantes, mayormente franciscos, aunque no hay carmelitas; los cuales pueden en aquella tierra cuanto quieren, y quieren mucho. No hay lugar, a lo menos no puede estar, sin clérigo o fraile que administre los Sacramentos, predique y convierta.